martes, 27 de mayo de 2008

Desde mi jaula


Aunque no lo parezca, esta foto es el primer paso para hacer propósito de enmienda. Si he leído de más en estas líneas, disculpas por adelantado. De todos modos, me hizo pensar. Y dirigirme la linterna a la cara. Todavía veo centellitas en la oscuridad. Me servirá para meditar más las entradas y procurar dejar de cocear que, en contra de lo que dicen los ingleses, no va unido a la condición de estar vivo. Acabo de darme cuenta ahora. Un millón de gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí tienes el test del semiurg, definitivo.


La entrada se debió a mi ronda mañanera por blogs políticos. Nada como eso para un trabajo de campo. Con comentaristas de esa clase, aquello es la antología del desprecio, el portazo, la impertinencia y el ego te absolvo si estás en mi secta. Les tengo especial inquina a los neo-palabros (libeggales, zETAp, teocons, feminazis y otras muchas esmeradas invenciones del estilo). Los dos primeros fragmentos, más recientes, pertenecen a una venezonalana afincada en Barcelona y el tercero a una española radicada en México D.F. Éste último lo leí hace bastante tiempo; se me ocurrió volver para dar fe de que seguía vigoroso. A mí, como a ella, el bestiario no me disgusta del todo, entre otros motivos, por las posibilidades de pinchar insectos con un alfiler e indagar. (Circula otra versión, harto menos sutil, de que, vistos por encima, no somos dragones, arpías o basiliscos, sino cucarachas.) Más me molesta encontrar menos ideas que mariposas en la sopa. Pensé en copiar la observación sobre las coces en algún sitio implicado, pero abandoné la idea porque a menudo blogs y foros se me figuran, contra lo que pretenden, pergaminos de monólogos. Después pensé qué haría si se infiltrase en el mío algún troll reincidente, si llamaría a Torquemada con sus tijeras, aplicaría insecticida sin miramiento o le dejaría ser y estar. Como todavía no lo sé, dejo mi Netiquette a incumplir.


Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí es quizá el cuento más corto jamás escrito. Cuando lo leí por primera vez, arrugué la nariz pero seguí leyendo sus cuentos tamaño estándar, para mí muchísimo mejores. Augusto Monterroso es recordado fundamentalmente por éste, del que hay tantas interpretaciones como lectores, pese a que me contaron la verdadera historia. Ahí va. El autor tenía un amigo apodado el Dinosaurio, con quien estuvo una vez tomando unos cuantos tragos hasta que acabaron ambos como cubas. Al Dinosaurio se le soltó la lengua, hablaba, hablaba y hablaba, pesadísimo, imposible callarlo. Lo más sensato que se le ocurrió a Monterroso, si no los amigos para qué están, fue quedarse dormido, dejando a su acompañante inmerso en la perorata interminable. Cuando despertó... ya sabes cómo acaba la frase. Desde entonces, tratándose de literatura, no puedo estar más interesada -como comprenderás- en interpretaciones correctoras.


De todos modos, me hizo pensar.

Si tuviera algún cometido, sería ése, que acojo como artículo único del bando Iuris Tantum. Gracias a ti.


Ps/ Me encantó la postal. Este hotmail... me la envió a Correo No Deseado, no se entera de nada en absoluto.

Nora Gale dijo...

En tu Netiquette, ¿cómo puede extenderse una alfombra roja para los invitados de honor? Porque habría que habilitar algún mecanismo para casos como éste ;) Salvo esta minúscula limitación, me pareció redonda.
No sabía (qué novedad) el punto de partida del cuento de Monterroso, así que gracias por la iluminación.
Sólo me inquieta una cosa: ¿hay interpretaciones correctoras?
Me alegra que te gustase la postal, es lo menos que puedo hacer, hasta que encuentre la alineación de circunstancias ideales para contestar en condiciones.
Abracísimos

Miss Elphaba dijo...

Nora, ¿es que tienes que pensar que todo tiene que ver contigo? Vergüenza te tenía que dar. Espero que hayas aprendido la lección, aunque no me extraña que te dieras por aludida, porque es verdad que andas un poco basiliscamente en los últimos tiempos.
Me uno a los agradecimientos a Glinda.