sábado, 7 de junio de 2008

The wounds of life


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una imagen muy bonita, una forma muy plástica de mostrar las marcas que te va dejando la vida. Sin embargo, yendo un paso más allá, se me ocurre pensar cómo hacer lo propio para reflejar aquellas otras heridas, como las del alma, que muchas veces quedan abiertas sin cicatriz que las cierre y con las que sólo queda la opción de aprender a vivir con ellas.

Nora Gale dijo...

A mí más que bonita me parece eficaz, precisa e hiriente. Debo estar un poco espesa, pero no veo la diferencia entre las heridas del alma y las marcas que deja la vida. Todo lo que deja huella es porque llega al alma, la pérdida más física duele porque pasa por el alma.
Me pareció tremendamente sugerente que las líneas se transformasen en cicatrices con el exacto trazado de cada una, estableciendo así una identidad muy potente entre vivir y sufrir: cada línea es una raja que requiere sutura. Si se atiende a la parte quiromántica, el mensaje resulta demoledor: tengan la longitud y trazado que tengan estas líneas, sólo auguran una cosa: dolor. Pero la cicatriz es prueba y testimonio de la vida.

Anónimo dijo...

¡Tal vez el que estaba espeso era yo! ;-) Lo que la imagen me hizo pensar es cómo tratar aquellas heridas que no sanan, aquellas que por su profundidad carecen de toda posible sutura. ¡Pero a lo mejor se me ha ido un poco la cabeza! :-)

Nora Gale dijo...

No, la espesa era yo, porque contesté a las tres de la madrugada y a esa hora no sólo razono mal, sino que leo mal, y pasé de puntillas sobre la parte final, y crucial, de tu comentario. Mil reverencias y perdones. No me da la impresión de que esas cicatrices de la imagen sanen precisamente: la piel de las manos es muy delicada (cuando vi la imagen me encogí casi de repugnancia y dolor, porque me imaginé cómo sería infligirse esas rajas). A riesgo de cometer un error garrafal, diré que cuando uno logra vivir con ciertas heridas, aunque se sigan sintiendo, están cerradas. Si uno no aprende a vivir con las heridas sólo tiene dos opciones: la locura o el suicidio (que vienen a ser la misma cosa). En heridas (físicas) de cierta importancia, o mal suturadas, la piel de debajo de los puntos sigue siendo más clarita y lisa, pero ya no hay herida. No creo que se pueda vivir con una herida eternamente abierta, igual de abierta siempre. No quiero decir que se olvide: se sobrelleva, y se sobrelleva porque es necesario dejar atrás la irrupción del caos lo antes posible, porque el instinto de vivir (la inercia de la normalidad) es más fuerte de lo que parece a simple vista.

Anónimo dijo...

¡Ja, ja, ja! Parece que la una y media es mejor hora que las tres para contestar. En cualquier caso, y a pesar de que pasaras de puntillas por el corazón del mensaje, yo no habría dado una respuesta tan contundente ni en mis momentos de mayor lucidez. ;-) De todos modos, siento discrepar contigo porque creo que hay heridas que, aunque no impidan la vida y a las que las personas se adaptan durante tu existencia, jamás curan. Pero son las menos, eso sí. Sin embargo en tu siguiente -y brillante- comentario debo darte toda la razón: la locura es una suerte de muerte en vida, una agonía que se alarga inútilmente en el tiempo. Bueno, tengo que dejarte, pues mañana debo partir hacia las infieles tierras de Narbonensis. :)

Nora Gale dijo...

La contundencia de las opiniones puede denotar cierta rigidez mental, así que no merezco ningún elogio. Creo que esta discrepancia es una cuestión de matices: tú sostienes que es posible vivir con una herida abierta, yo creo que si se puede vivir con ella está cerrada. De todos modos, en el comentario anterior estuve tentada de terminar con un 'Pero yo no he sufrido', que situaría todos mis comentarios en su correspondiente lugar.
P.S. Durante un tiempo me obsesionó el comienzo de un monólogo previo a la versión de 'Singin in the Rain' que Ms Garland ofrece en 'Little Nelly Kelly' (que no he visto, pero escuchado hasta la saciedad). La joven Judy se queja de que siempre le pidan que canta. Y, antes de cantar, dice: 'Have you ever suffered / that horrible thing / of having your hostess ask you to sing...?' Tuve una época en que cuando lo repetía, me detenía justo después de suffer, y me encontraba interrogándome y preguntándome insistentemente, escribiéndolo distraídamente en cualquier papel o apunte que tuviera entre manos: 'Have you ever suffered?'. La pregunta inquieta pero la respuesta es clara: No.
P.S. 2. Debo a papá Google (acuñación de mi bruja buena) y a su representante en la tierra Youtube la localización y visionado de este clip al que me refiero. Lo pego por si acaso. Y no me extiendo más: aquí.